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ESPAÑOL LATINOAMERICANO O ESPAÑOL PARA LATINOAMERICA

Se trata de la denominación global y un tanto arbitraria que se da a las expresiones idiomáticas y autóctonas y al vocabulario específico del idioma español en América Latina.

De los más de 400 millones de personas que hablan español (o castellano) como lengua materna, más de 300 están en Latinoamérica.

Hay numerosas particularidades y giros idiomáticos idiomáticos dentro del español o castellano.

Algunos de los aspectos que afectan al español son: el uso incorrecto que hacen los medios de comunicación, la influencia del inglés y, quizás el más importante, los vacíos existentes en el vocabulario técnico.

Sin embargo, es en el vocabulario técnico donde más claramente puede encontrarse una diferencia entre el español de la península ibérica, también llamado español de Castilla, y el español latinoamericano.

En el español latinoamericano son relativamente más frecuentes los préstamos directos del inglés, sin traducirlos ni adaptar la grafía a las normas castizas.

El ejemplo más notorio es la utilización de la palabra email o e-mail en Latinoamérica en lugar de la traducción más literal: correo electrónico, que se usa en España. Las diferencias se hacen manifiestas sobre todo en los términos técnicos o de adopción reciente. En Latinoamérica se habla de la computadora mientras que en España del ordenador, y cualquiera de las dos palabras suena extranjera en la región opuesta a su uso.

Distintos dialectos de español latinoamericano:

La lengua presenta variantes en las diversas zonas donde se emplea. Esas diferencias se llaman variantes regionales o dialectales. En Latinoamérica este influjo hacia el fraccionamiento está casi impuesto por la magnitud misma del territorio.

Así podemos observar en las distintas zonas geográficas el desarrollo de distintas variantes del español latinoamericano:

Español Amazónico:

En la zona amazónica influyen las lenguas de la región, sobre todo para designar flora, fauna y actividades.

Español Boliviano:

En Bolivia existen modalidades y regionalismos del español hablado, especialmente en el departamento de Santa Cruz de la Sierra.

Se trata en su origen de la extensión más norteña del antiguo y colonial dialecto del Cono Sur. Sus hablantes, los cambas o cruceños, presumen de parecerse físicamente más a los españoles.

Español Caribeño:

Es un español marcado con modismos, influenciado con el habla andaluza, canaria y sobre todo la presencia negra.

Abarca los territorios isleños de Cuba, la República Dominicana y Puerto Rico, así como también las áreas costeras y, por extensión, el interior de Venezuela, el norte de Colombia y la mayor parte de Panamá.

Es también el que más se oye en las ciudades de Miami y Nueva York en Estados Unidos y el que emplea la mayoría de los cantantes de salsa.

Español Centroamericano:

El español hablado en Centroamérica, el Arahuaco y el Caribe; también es la variante del idioma español empleada en las repúblicas centroamericanas de Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala junto con el estado sureño mexicano de Chiapas. Representa un estadio medio entre los dialectos de las tierras altas y bajas americanas.

Incorpora vocablos como: bohío, yuca, sabana, guacamayo naguas o enaguas…

Español Cordillerano:

A lo largo de la Cordillera de los Andes desde el Ecuador hasta el trópico de Capricornio, tiene influencias del quechua, del aymará y de otras lenguas autóctonas hoy extintas.

Algunas palabras siguen en uso, por ejemplo del quechua: alpaca, guano, vicuña o china. .

Español Chileno:

El español hablado en Chile tiene sus principales diferencias frente a otros dialectos latinoamericanos son de pronunciación, sintaxis y vocabulario. Es reconocido por tener una multiplicidad de tonos para cada situación y por su conjugación de la segunda persona singular (tú).

Español colombiano – ecuatoriano:

El español colombiano-ecuatoriano y con cierta prolongación en la costa norte de Perú es una mezcla del dialecto caribeño y el peruano ribereño. El centro urbano principal de la región es Guayaquil, igual que Bogotá y Quito, y hay importantes comunidades de raza negra principalmente en la costa colombiana (particularmente el departamento de Chocó) con sus modismos y usos locales.

Español Mexicano:

La forma o dialecto del español hablado en México principalmente en la zona centro presenta un sustrato indígena principalmente nahuatl, sobre el que se depositó la lengua castellana. Sin embargo, si bien en el léxico su influencia es innegable, apenas se deja sentir en el terreno gramatical.

En el vocabulario, además de los mexicanismos con los que se ha enriquecido la lengua española (como jícara , petaca, petate aguacate, tomate, hule, chocolate etc.) el español de México cuenta con muchos nahuatlismos que le confieren una personalidad léxica propia.

Puede ocurrir que la voz nahuatl coexista con la voz española, como en los casos de cuate y amigo, guajolote y pavo, chamaco y niño, mecate y reata, etc. En otras ocasiones, la palabra indígena difiere ligeramente de la española, como en los casos de huarache, que es un tipo de sandalia; tlapalería, una variedad de ferretería, molcajete, un mortero de piedra, etc.

Español Mexicano del Norte:

El español usado en el norte de México (Chihuahua, Sonora, Nuevo León, Sinaloa y Coahuila) se diferencia del de otras regiones de México principalmente en la entonación de las palabras (acento norteño). Conserva las mismas diferencias que tiene el dialecto mexicano con respecto al español peninsular (el uso universal del pronombre personal ustedes para situaciones formales e informales, el seseo y el yeísmo).

Español Paraguayo:

El Español usado en Paraguay al igual que en las provincias argentinas de Misiones, Corrientes, Formosa y Chaco se caracteriza por tener fuertes influencias del guaraní. Paraguay es el único país hispanoamericano con la mayoría de su población bilingüe. El Español paraguayo no difiere demasiado en su forma escrita del resto del español del Cono Sur.

Español Peruano:

En el Español hablado en Perú hay dos formas características del habla.

La primera es la ribereña propiamente tal y la modalidad central o limeña, cuyo origen fue en la ciudad de Lima de donde se irradió a toda la costa. Lima fue entre 1535 y 1739 la capital del imperio español en Sudamérica desde donde se irradiaba la cultura y su habla se convirtió en la más castiza por ser allí la sede de la famosa Universidad de San Marcos de Lima y al hecho de que fue la ciudad que contó con el mayor número de títulos nobiliarios de Castilla fuera de España.

La otra variedad principal del español de la costa del Perú es la aparecida luego de la penetración de los hábitos lingüísticos de la sierra y del ámbito rural a las ciudades de la costa y la propia Lima.

Se podría catalogar a esta lengua de sub-culta y es hoy en día la que habla la juventud y las grandes mayorías residentes en la capital.

Español Puertorriqueño:

El español puertorriqueño es el dialecto del idioma español empleado en Puerto Rico.

Se distingue por la aspiración de la /s/ final o interconsonántica al final de sílabas (transformando /adiós/ en /adioh/ u /horas/ en /horah/), la elisión de las dentales en los sufijos -ado, -edo e -ido y sus correspondientes formas femeninas -convirtiéndose en -ao, -eo e -ío-, y la pérdida de la oposición fonológica entre /r/ y /l/, que resultan alófonos, permitiendo tanto la forma /señol/ como /señor/ o /Puelto Rico/" como /Puerto Rico/.

Español Rioplatense o Español Porteño:

El español rioplatense es una variante del castellano que se usa en los alrededores del Río de la Plata, la provincia argentina de Buenos Aires y Uruguay.

Se diferencia del castellano del resto de Latinoamérica principalmente porque en lugar de decir "tú" se utiliza "vos" (con una deformación verbal en la zona bonaerense), algunas palabras varían su acentuación y las palabras con "elle" suenan como “ye" y en algunas regiones como “sh”.

Hay diferencias de vocabulario y de morfología entre el español argentino y el uruguayo. Ambos incorporan voces del guaraní: tapir, ananá, caracú, urutaú, yacaré, tapioca, mandioca.

Además se aprovechan ciertas posibilidades propias de la lengua en la extensión del uso de aumentativos y diminutivos: pesitos, cerquita, amigazo, buenazo, grandote…

La frase verbal sustituye el futuro, por ejemplo: voy a ir (por iré), voy a cantar (por cantaré)…

Y en el vocabulario: Lindo (bonito), Pollera (falda), Vereda (acera), Flete (caballo).

El español rioplatense se ha enriquecido con la influencia de los inmigrantes que se asentaron en la zona y también con voces nativas. Entre los grupos inmigrantes se destaca la influencia del italiano y el francés.

En Argentina, se llama lunfardo al argot. En su origen el lunfardo más cerrado comenzó como lenguaje carcelario de los presos para que los guardias no los entendieran. Muchas de sus expresiones llegaron con los inmigrantes europeos (principalmente italianos).

Hoy en día, muchos de los "términos lunfardos" han sido incorporados al lenguaje habitual de toda la Argentina, mientras que gran cantidad de las palabras del lunfardo en su época de arrabal han caído en desuso.

La lengua existe en la medida en que existen los hablantes. El habla es una actividad humana cuyo uso sirve para la comunicación. El habla, que se presenta incluso en algunos textos para evitar cierta formalidad en la lengua escrita, expresa el mecanismo psicofísico del autor. Es un acto de voluntad e inteligencia, individual y diferente de persona a persona. Es cambiante según el paso del tiempo y de la vida moderna.